viernes, 5 de septiembre de 2008

Cómo Corregir La Irritabilidad (parte 3)

Esta corresponde a la última entrega y final sobre este interesante -y a veces difícil- tema. Esperamos que te sea de utilidad. No olvides cumplir con la actividad práctica al final del artículo.

D. Debemos Cultivar Estas Cualidades

1 Pedro 2:19- 21 (Parafraseado)
1. Alabar v. 19. “Alaben al Señor si les castigan por hacer lo bueno”.


2. Buscar la causa: v. 20 “No hay mérito alguno en ser pacientes si nos castigan por haber hecho algo malo; pero si nos castigan por hacer lo bueno y soportamos pacientemente las bofetadas, Dios se complace.”

3. Soportar la prueba porque Dios esta formando el carácter de Cristo. v.21 “Sufrir es parte de nuestro deber. Cristo, al sufrir por nosotros, nos dio un ejemplo. Imitémoslo”.

E. Ilustración
El Apóstol Pablo dice que debemos regocijarnos en el Señor todo el tiempo, pero en un momento él se desesperó por querer tener más tiempo su vida, o sea conservarla.

Es indudable que habrá tiempos en nuestra vida cuando las molestias o los problemas aparentarán ser tan grandes, que parecerá que ya no sabemos qué hacer con ellos; o posiblemente, sepamos qué hacer, pero no tengamos la capacidad para hacerlo.

Hay una ilustración que se encuentra en Deuteronomio 32:11 y habla cómo el águila enseña a sus polluelos a volar que nos dará la forma más positiva y mejor de enfrentarnos a todas las situaciones difíciles..

“Como el águila que excita su nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas…”

Hay una explicación del trasfondo para este versículo. Hay ciertas águilas que construyen sus nidos tan grandes como 6 metros de largo por 3 metros de ancho, y llegan a pesar más de 50 kilos.

Cuando los padres de estos aguiluchos lo están construyendo, no solo ponen cosas suaves, sino también objetos puntiagudos (hay personas que han encontrado hasta clavos en los nidos de las águilas): con el objeto de que cuando llegue el día en que el aguilucho aprenda a volar, el padre comienza a sacudir el nido, y naturalmente los objetos puntiagudos lo lastimen bastante.

Así el aguilucho comienza a moverse y a sacudir sus alas, y sale del nido. Este es el primer paso para que él pueda aprender a estar listo para volar. Es algo muy molesto pero es para su beneficio. Cuando pasa algún tiempo, el padre del polluelo hace una de estas dos cosas:

1. Hace que el aguilucho salga del nido y lo bota. El aguilucho comienza a mover las alas sin saber realmente lo que está pasando. Se asusta hasta casi sentir que se muere, pero el padre al ver que el aguilucho no puede volar bien, y que se esta precipitando al abismo, vuela debajo de él y lo recibe en sus alas.

2. También puede suceder que lo toma y lo lleva bien alto; luego lo suelta y lo deja que vuele; y claro está, el aguilucho comienza a revolotear todo lo que más puede, muy asustado; y si tampoco puede hacerlo, entonces en este momento el águila vuela debajo de él, lo recibe en sus alas y lo lleva al nido. Después de varios ensayos, por fin el aguilucho aprende a volar.

Es curioso, y sin embargo esto mismo nos sucede a nosotros. Siempre tendemos a ser gente de nido, pero Dios ha provisto ciertas circunstancias difíciles a fin de poder desarrollarnos. El las pone en nuestro camino porque nos ama. No podríamos aprender a vivir, a enfrentarnos a la vida, a menos que estas circunstancias fueran puestas en nuestro camino.

Pero esto es lo que nos consuela: no hay caminos cruzados con Dios. Cuando no podemos hacer algo por nosotros mismos, y estemos ya casi para caer al abismo, El viene a nuestra vida, así como el padre de este aguilucho desciende, y nos recoge. Tenemos un Dios que nos ama, y que tomará cuidado de la situación no importa cuál sea. El nos ayudará siempre, no importa hasta qué punto lleguemos.
Ahora, te invito a ponerlo en práctica. Desarrolla las siguientes actividades:

¿Qué cosas son las que más te irritan y cómo reaccionas?
Elabora una lista de los problemas que te molestan y comienza a dar gracias por lo que Dios quiere enseñarte.

¡Qué Dios te bendiga!

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