lunes, 24 de noviembre de 2008

Sanidades y milagros...después del seminario

"Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán" Marcos 16:17-18.

Es para los que creen
La Biblia es bien clara, no dice que algunos o sólo unos pocos que crean, sino que simplemente dice que todos los que crean, tienen la capacidad de imponer manos y los enfermos sanarán.

Los creyentes son los aptos para sanar a los enfermos, pero ¿qué es un creyente? Un creyente, es uno que cree que Jesús es el Hijo Divino de Dios y es nuestro Redentor, pero además un creyente, es uno que cree que el puede echar fuera demonios, uno que habla en un lenguaje del espíritu, uno que cree que puede imponer sus manos sobre los enfermos y sanarles.

Cualquier creyente lleno del Espíritu Santo impone sus manos y el poder de Dios fluye de él hacia la otra persona. El poder de Dios funciona todo el tiempo lo sienta o no.

La sanidad es parte del ministerio de Jesús

La enfermedad viene del diablo, Dios la puede tomar y convertir en un milagro, pero Él no es quien la envía a sus hijos que obedecen sus mandamientos (Deuteronomio 28). Él nos ama y desea lo mejor para sus nosotros. Jesús mismo vino a la tierra para deshacer las obras del diablo (I Juan 3:8), rescatarnos y darnos la vida en abundancia que nos promete.

En Lucas 4:18 Él proclama "El Espíritu del Señor está sobre mí, por lo cual me ungió para predicar el evangelio a los pobres. Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a proclamar liberación a los cautivos, y recuperación de vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos", y así como Jesús fue ungido, nosotros también lo somos.

Hay muchos ejemplos en el libro de Marcos de cómo Jesús sanó a la gente, uno de ellos está en Marcos 5:35-42. En este milagro, Jesús puso dos principios de Fe en acción: le tocó y le habló. Jesús dio una orden. Hay poder en el toque de las manos. Debemos usar este poder, persistir y no desanimarse avanzando en fe, ya que la incredulidad puede impedir la sanidad.

Su presencia y su poder están en ti

Jesús vive dentro de usted, debe darse cuenta que cuando extiende su mano, es la mano de Jesucristo (Juan 14:12). Usemos su autoridad para ministrar a las personas y aún a nosotros mismos porque el poder de Dios fluye por todo nuestro cuerpo, por lo tanto hay poder en nuestras manos para sanar a otros y nuestras propias vidas.

No hay ningún poder en la carne de nuestras manos, pero si lo hay cuando el Espíritu Santo fluye a través de ellas. Es el poder de Dios el que sana a los enfermos, debemos poner nuestras manos lo más cerca que podamos a la parte del cuerpo que necesita sanidad.

Ordene a la enfermedad que se vaya, pero hágalo con autoridad

Cuando usted diga "Fuera enfermedad en el nombre de Jesús", dígalo con autoridad, no lo diga susurrando, deje que el diablo sepa que usted tiene una fe activa.

Gracias Señor por las personas que en este seminario, recibieron a Cristo, fueron llenos del Espíritu Santo y recibieron sanidad física de diversas enfermedades.

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