jueves, 6 de noviembre de 2008

¡Qué Congreso! ... Hombres de Verdad 2008






















Fuimos a un congreso para hombres donde se habló de cómo ser un verdadero líder en tu hogar.

Dirigir la familia a través de la confusión moral de estos años a principios del siglo XXI es como dirigir una pequeña patrulla de soldados en el frente enemigo. Hay francotiradores emboscados por todas partes, minas ocultas sembradas a diestro y siniestro y trampas por doquier.

En el congreso se nos mostró los resultados en bajas reales: Número elevado de separaciones y divorcios. Número creciente de adolescentes embarazadas. Numerosos adolescentes que intentan suicidarse. Muchos jóvenes en la escuela secundaria que usan drogas.

Fuimos confrontados a la realidad de como el peso de nuestras deudas, deberes y también fracasos es tanto que llegamos a doblegarnos a tal punto que, en medio de esta guerra que se libra por forjar un liderazgo personal y familiar sólido, nuestro ser interior está por el suelo, aun cuando finjamos estar de pie y erguidos.

Nos quedó claro que, si queremos que nuestras familias logren atravesar intacta ese territorio hostil, vamos a necesitar primero convertirnos en líderes entrenados por Dios.
Algunos de los temas que exploramos fueron: “Quiero ser diferente, que mi vida tenga sentido ¿Cómo puedo lograrlo?”, “Por lograr mis ambiciones he dejado un rastro de relaciones rotas. ¿Tendré otra oportunidad?”, “Algunas decisiones terribles me han causado grandes sufrimientos, ¿Cómo puedo mejorar en esto?”, “Si mi esposa conociera cómo pienso en lo secreto, se espantaría. Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para dominar mis pensamientos. ¿Tienen otros el mismo problema?”.

Así que, en el congreso fuimos equipados para la batalla y aprendimos -y estamos aprendiendo- a dirigir a nuestras familias con éxito entre los peligros y emboscadas que el enemigo ha sembrado.

Después de esta experiencia de HOMBRES DE VERDAD 2008, nos queda perseverar en seguir a Aquel que es el único capaz de guiarnos en medio de las cruentas refriegas de la vida (Isaías 43:2) y recibir diariamente de El las destrezas que necesitamos para ganar la batalla en el frente.






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